Enhorabuena por el artículo. Otra vez más, mi amigo del alma y compañero de fatigas Jota, da en el clavo. Completamente de acuerdo en que tenemos que educar a nuestros jóvenes, y que la educación no es mejor (ni peor) sólo por el hecho de ser pública (ni privada, ni concertada, ni medio pensionista), sino porque impulsa de forma eficaz (o sea, de verdad) a la mejora de la naturaleza humana y al bien de las personas. De todos modos, aunque es verdad que los profesores no son todos unos vagos y maleantes, es idealista en una cosa: no todos los profes son tan estupendos. En el fondo, la crisis actual de la educación es en buena medida una crisis de educadores.
Querido hermano del alma. Estoy de acuerdo contigo. Hoy hay mucho mercenario en educación y, por desgracia, los tiempos que se avecinan tenderán a llenarnos las aulas de profesores 2.0 (teleprofesores que los llaman los alumnos). Pero tenemos que rastrear a esos educadores -maestros- que nos quedan y a los que llegarán aunque sean pocos. Mi artículo iba para ellos: las gentes de vocación. Las gentes que, como tú, ven el rostro eterno de cada uno de sus alumnos. Gaudeamus!
Enhorabuena por el artículo. Otra vez más, mi amigo del alma y compañero de fatigas Jota, da en el clavo. Completamente de acuerdo en que tenemos que educar a nuestros jóvenes, y que la educación no es mejor (ni peor) sólo por el hecho de ser pública (ni privada, ni concertada, ni medio pensionista), sino porque impulsa de forma eficaz (o sea, de verdad) a la mejora de la naturaleza humana y al bien de las personas. De todos modos, aunque es verdad que los profesores no son todos unos vagos y maleantes, es idealista en una cosa: no todos los profes son tan estupendos. En el fondo, la crisis actual de la educación es en buena medida una crisis de educadores.
ResponderEliminarQuerido hermano del alma. Estoy de acuerdo contigo. Hoy hay mucho mercenario en educación y, por desgracia, los tiempos que se avecinan tenderán a llenarnos las aulas de profesores 2.0 (teleprofesores que los llaman los alumnos). Pero tenemos que rastrear a esos educadores -maestros- que nos quedan y a los que llegarán aunque sean pocos. Mi artículo iba para ellos: las gentes de vocación. Las gentes que, como tú, ven el rostro eterno de cada uno de sus alumnos. Gaudeamus!
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