En la persona humana podemos
reconocer dos dimensiones principales: corporalidad y racionalidad.
Corporalidad
Nuestro cuerpo es un organismo
biológico, dotado de unos órganos (anatomía) y de un funcionamiento
(fisiología) orientado a la supervivencia.
Pero además nuestro cuerpo es expresión
de algo más, de una realidad íntima o interior: esa realidad íntima
es lo que se conoce, entre otros nombres, con el de racionalidad. El ser humano
posee una vida biológica pero también una vida biográfica,
una historia personal irrepetible, en virtud de nuestra racionalidad.
Racionalidad
Esta dimensión, más íntima y personal que la
mera corporalidad, consta a su vez de otras dimensiones:
a) La inteligencia es la capacidad o facultad de conocer el
ser profundo de las cosas. Supone comprender lo que las cosas son.
b) La voluntad es la capacidad de disponer de sí mismo con
vistas a lo que se sabe que es bueno. Supone una autonomía en el obrar, la
posibilidad de disponer de sí mismo: libertad o autodominio (ser dueño
de los propios actos, decisiones e iniciativas) y responsabilidad (asunción
de las implicaciones y consecuencias de los actos realizados por propia
iniciativa).
c) La apertura a la belleza es la capacidad estética del
espíritu humano: percibe la belleza en el mundo y es capaz de contribuir a
ella. Dimensión que trasciende el puro dato sensible y que revela la
creatividad del espíritu humano.
d) La sociabilidad es la inclinación natural a dar y recibir
compartiendo de algún modo la propia vida con otras personas. La sociabilidad
se funda en una doble tendencia o necesidad humana: la necesidad de recibir o dependencia,
y la necesidad e inclinación a dar o efusividad.
e) El dominio es la relación propia del ser humano con las
cosas que forman entorno natural en que discurre su vida. Implica para el ser
humano una responsabilidad o tarea, un trabajo cargado de exigencias para
el hombre mismo: encontrarse al cuidado de la tierra y de los seres
naturales para convertir el mundo en un lugar habitable.
f) Trascendencia indica aquí la
conciencia de la ordenación de la propia existencia a un fin último de
plenitud. Es la apertura y necesidad de un sentido para la propia
vida, el ansia de felicidad. Sin un sentido, sin trascendencia, la vida
humana se viviría en rigor para nada, por lo que todo en la existencia se
convertiría en irrelevante y la existencia humana misma en un absurdo, lo cual
haría insoportable el vivir.
Una definición de persona (humana):
Una persona es un ser dotado de naturaleza racional, único e irrepetible, y llamado a configurar su propia vida de acuerdo con el desarrollo responsable de su libertad.
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