lunes, 7 de abril de 2025

REPENSANDO LA EDUCACIÓN (136)

PANTALLAS Y EDUCACIÓN

Catherine L'Ecuyer, doctora en Educación y Psicología, y escritora experta en temas educativos, ha comparecido recientemente ante el Parlamento de Madrid y el Parlamento Vasco para tratar del uso de pantallas y dispositivos por parte de los menores y en los centros educativos. Extraemos algunas ideas de ambas intervenciones que nos parecen de gran interés tanto para padres como para centros escolares. 

L'Ecuyer explicaba en primer lugar que para entender cómo la tecnología afecta a los niños es esencial comprender sus necesidades y cómo aprenden en cada etapa de su desarrollo. 

Entre los 0 y 6 años, los niños aprenden a través de experiencias sensoriales y de interacciones personales. Durante esta etapa, su pensamiento abstracto está en desarrollo, por lo que no aprenden a través de pantallas, más aún, la literatura pediátrica señala que estas pueden causar impulsividad, inatención, dificultad para la deliberación y pobreza de vocabulario, y se acentúa la dificultad para trasladar una imagen de dos dimensiones a un ámbito de tres. Por ello, la Academia Americana de Pediatría recomienda cero tiempo de “pantalla” para niños de 0 a 2 años y menos de una hora al día para niños de 2 a 5 años.

Desde los 6 años hasta los 12, el niño consolida la lectoescritura, pero esta se aprende mejor con la escritura a mano pues, como la neurociencia demuestra, el movimiento inteligente de la mano es clave para el desarrollo cerebral. El informe The Google Generation estima que el concepto de nativo digital está sobrevalorado y que los jóvenes “dependen demasiado de los motores de búsqueda, lo que merma las competencias críticas y analíticas para poder entender el valor y la originalidad de la información en la web”.

“-¿Por qué el discurso digital se ha convertido no en una oportunidad sino en una dictadura? ¿Por qué la Comisión Europea impone en educación a los niños pequeños la adquisición de las llamadas “competencias digitales” mientras la Pediatría va por otro lado?”, se pregunta L’Ecuyer.

En respuesta a ello, critica a la industria tecnológica por su influencia en la percepción pública sobre el uso de pantallas. Las empresas no solo venden dispositivos, sino que buscan captar la atención de los usuarios mediante contenidos y recursos adictivos  (p.ej. el scrooling / desplazamiento infinito) para que permanezcan más tiempo, y de paso vender información y datos personales a terceros. Además, patrocinan investigaciones y eventos educativos para promover sus productos entre políticos, comunicadores y educadores, y convencerles de que tales productos son un factor imprescindible para el buen desarrollo de los niños.

La ponente desmonta varios "tecnomitos" difundidos por la industria, al afirmar: 

1º. Que los dispositivos están diseñados para enganchar al usuario. 

2º. Que los niños no tienen la madurez necesaria para el uso responsable de la tecnología. 

3º. Que, según el Instituto de Salud Pública de Québec “los dispositivos digitales en el aula, utilizados con fines personales o educativos, en el mejor de los casos no aportan ningún beneficio al aprendizaje o, en el peor, tienen un efecto negativo en la cognición de los jóvenes.”

4º Que el acceso universal a la tecnología viene a generar una “brecha cultural” entre las familias que no son conscientes de la necesidad de limitar el tiempo de uso y las que privilegian en sus hijos el contacto con la naturaleza y las relaciones interpersonales.


(Publicado en el semanario La Verdad el 7 de marzo de 2025)

miércoles, 2 de abril de 2025

REPENSANDO LA EDUCACIÓN (135)

MAMÁ, QUIERO SER INFLUENCER (y III)

 


Una respuesta educativa ante el fenómeno de la irrupción de los influencers y de la dependencia emocional hacia las pantallas y redes sociales, tan extendido hoy, ha de ser consciente de la fuerza del emotivismo que caracteriza la mentalidad dominante y su repercusión en la educación de niños y jóvenes y en la maduración de las personas en general.

Lo primero a tener en cuenta es que los educadores tengamos claro qué tipo de persona queremos que sean nuestros hijos o alumnos y por qué, lo que ha de llevar a plantear para ellos una “saludable educación del carácter”.

En esta línea, se tratará de educar para el autodominio. Ser dueño de uno mismo es otra forma de decir libertad. Esta no consiste en hacer lo que me apetece, dejándose llevar de las emociones y de los estímulos agradables de manera irreflexiva, sino en elegir lo mejor tras haberlo pensado bien (deliberación, juicio de valor) y haberlo decidido (voluntad).

La reflexión, la responsabilidad y la constancia son aspectos básicos de una personalidad equilibrada y madura. La persona madura es la que piensa, decide y actúa por sí misma, frente a la inmadurez de quienes dejan que sean otros -a través de dispositivos y pantallas en este caso- los que piensen, decidan y actúen por uno mismo. 

Algunas pautas importantes pueden ser:

1) Actuar después de haber reflexionado, y no reaccionando impulsivamente frente a los estímulos de agrado y desagrado: con otras palabras, párate y piensa antes de actuar; y piensa también después de haber actuado: “por qué ha ocurrido esto o aquello, cómo debería haber actuado...”

2) Entrenar en el fortalecimiento de la voluntad: afrontar las dificultades y el desagrado, vencer la pereza, el inmediatismo (no reaccionar impulsivamente ante los estímulos, aplazar la satisfacción de los deseos), valorar la sobriedad, resistirse a los caprichos, aprender a decir y a aceptar el “no”. John Stuart Mill, uno de los padres de la psicología moderna, decía: “De quienes no se han negado nunca una cosa lícita, no se puede esperar con seguridad que se nieguen cosas ilícitas”. Una persona con voluntad, con personalidad, que sabe retrasar las recompensas, es más dueña de sí, es más fuerte y llegará más lejos que una persona inteligente. 

Aldo Naourien su libro Padres permisivos, hijos tiranos, afirma: "Los padres deben ser educadores,deben saber, por amor a sus hijos, fijar límites y establecer prohibiciones, sin intentar justificarse ni seducir. El cariño no está reñido con la firmeza, la reclama incluso. Deben encauzar esa considerable energía del niño desde la primera infancia para que pueda crecer, controlar su energía y aprender a utilizarla. Educar es ofrecer seguridad, orientar; pero también es frustrar. A menudo digo a los padres que deben resignarse a no ser unos padres ‘amados’ por sus hijos."

            3) Los adultos (padres y educadores) no debemos ser dependientes del móvil o de las redes y las pantallas; no tengamos el móvil delante ni parezcamos enganchados a él ante nuestros educandos. Centremos nuestra atención en las personas con las que estamos y hablamos, obsequiándoles nuestro tiempo, nuestra paciencia... Dediquemos tiempo a los hijos para que no se busquen sucedáneos virtuales. Enseñemos a conectar con los amigos, con quienes queremos, en la vida real. Ofrezcamos alternativas valiosas para el tiempo de ocio: salidas a la naturaleza, encuentros frecuentes con familias amigas con las que se sintoniza en valores, celebraciones familiares, actividades de voluntariado, asistencia a representaciones teatrales, cultivo de la lectura en el ámbito familiar, etc.


(Publicado en el semanario La Verdad el 28 de marzo de 2025)