SEXUALIDAD: DEL CUERPO A LA
PERSONA (II/III)
Amor y sexualidad humana
Venimos diciendo que la
persona entera es afectada por su naturaleza sexuada de mujer o de varón. La vida humana, por otra parte, y de forma
radical, es una realidad unitaria, porque es radicalmente la vida de un sujeto
individual, que luego se enriquece operativamente por medio de sus relaciones
cuando éstas son equilibradas, sinérgicas, creativas.
Pero como en la naturaleza humana existen dimensiones y elementos distintos, es preciso configurar la propia vida y la personalidad mediante una adecuada integración de aquéllas. Como en otros aspectos de la realidad, la integración y unidad de lo diverso es lo que llamamos orden o jerarquía.
Pero como en la naturaleza humana existen dimensiones y elementos distintos, es preciso configurar la propia vida y la personalidad mediante una adecuada integración de aquéllas. Como en otros aspectos de la realidad, la integración y unidad de lo diverso es lo que llamamos orden o jerarquía.
Y lo mismo que ocurre con el resto de
las dimensiones y estratos de la personalidad humana, la integración de todas las dimensiones de la sexualidad no es fácil.
Es una jerarquía en la que las partes se complementan y ayudan mutuamente aportando
lo que es propio de cada una para dar
lugar a lo que es propio de la persona:
la unidad de vida para la propia donación en el amor.
La unidad y el equilibrio personal
implican una ordenación, una jerarquía efectiva, de todas las dimensiones de la
sexualidad humana: la biológica, la afectiva y la personal. Las tres son aspectos constitutivos imprescindibles de la naturaleza humana.
La integración/subordinación (en este caso de la
dimensión biológica y la afectiva a la dimensión personal) no destruye el
dinamismo de los elementos o dimensiones inferiores, sino que los eleva al
darles un sentido que supera las posibilidades que tienen por separado: como la
piedra que se convierte en cimiento, el espacio que se convierte en hogar, el
esfuerzo que se convierte en trabajo, la caricia que se convierte en símbolo de
cercanía y compenetración entre dos personas. La subordinación de todas las dimensiones
de la naturaleza humana a la dimensión estrictamente personal tiene lugar de
forma culminar en el amor de oblación. El amor hecho donación de sí mismo da
sentido profundamente humano al diálogo sexual.
Si, por el contrario, no se produce esta integración de forma adecuada, cada dimensión tiende a desentenderse de las otras dos y a absolutizarse, llevando a una relación desordenada, en la que siempre sale perjudicado el valor de la sexualidad como realidad personal y, en suma, la persona como tal.
Si, por el contrario, no se produce esta integración de forma adecuada, cada dimensión tiende a desentenderse de las otras dos y a absolutizarse, llevando a una relación desordenada, en la que siempre sale perjudicado el valor de la sexualidad como realidad personal y, en suma, la persona como tal.
DIMENSIÓN
BIOLÓGICA
a) Dimorfismo sexual, ligado a la función
reproductiva: complementariedad
b) En la especie humana no existe
dependencia total de los individuos con respecto a las pautas de la especie,
pero sí una tendencia sensible básica
c) Aunque no están
encadenadas al instinto, es indiscutible la relación constitutiva entre la
anatomía y la fisiología sexual, y la anatomía y la fisiología de la
reproducción entre los seres humanos.
d) En el ser humano, lo biológico, la
corporalidad, es además cauce y expresión de la individualidad y de la
intimidad personal –esto lo más característico de la naturaleza humana como tal-.
e) Su satisfacción es el goce o deleite (bienestar o placer
fisiológico), pero reclama un horizonte de mayor hondura humana. De lo contario
se cae en el reduccionismo (el “no ser más que...”) y en una más honda
insatisfacción.
DIMENSIÓN AFECTIVA
a) Engloba emociones, sentimientos, necesidades,
estados de ánimo, impulsos
b) A través de la afectividad se expresan y
captan necesidades, actitudes y deseos, y también aspectos interiores de las
personas
c) Enamoramiento: estado de ánimo o sentimiento
generalizado de ilusión, de necesidad emocional y de valoración optimista de la
persona amada
d) Es preciso que sirva de
motor y cauce a los impulsos fisiológicos, y de propiciador para el encuentro
interpersonal personal maduro: (del “te
quiero porque te necesito” al “te necesito
porque te quiero”, Erich Fromm)
e) Su satisfacción constituye el gozo
o alegría (bienestar o placer emocional)
DIMENSIÓN PERSONAL
a) Encuentro interpersonal, comunicación: ámbito de intimidad
compartida
b) Amor personal (conyugal): donación mutua
c) Procreación humana: La donación mutua y la
comunión personal se convierten en potencial ámbito de acogida a un nuevo ser
personal
d) Su satisfacción es la felicidad compartida (bienestar o placer espiritual de la comunión
amorosa, gozo en plenitud de vida)
e) Toda la dinámica fisiológica y afectiva se hace cauce para el don
recíproco y la unión (comunión) de las personas
Una vida afectivo-sexual madura
consiste fundamentalmente en vivir armónica y profundamente toda la
potencialidad del amor conyugal, como donación mutua, en beneficio común y en
apertura a la vida.
Dicha apertura implica a la aceptación del otro -y de uno mismo- en su íntegra realidad
constitutiva, que incluye la posible paternidad y maternidad.
La aceptación del
otro en la integridad de su ser significa ponerse al servicio de la plenitud y
la felicidad a las que aspira y está llamado.
Ambas personas, hombre y mujer, se
entregan recíprocamente para compartir lo que son y lo que tienen, y para
abrirse al don que reciben gratuitamente como coronación de su donación mutua,
convertida en unión firme, en comunidad de vida.
Pero como nadie puede dar lo que no
tiene, se precisa como condición previa el dominio de uno mismo. Y este dominio
sólo es verdadero cuando se confirma libremente en el obrar lo que uno es y
está llamado a ser según su naturaleza constitutiva, mediante un compromiso
acorde con esa naturaleza de un ser que es persona.
Sí, al hablar de esa orientación del
propio ser al bien, hablamos de lo que los clásicos llamaban virtud. La ética
no es en el fondo sino el arte de vivir orientándose hacia el bien. Y esto pasa
por poner todas las energías y potencialidades de nuestra naturaleza al
servicio de la autotrascendencia en el amor.
El valor de un te amo depende la profundidad
vital de la que emana. Esa profundidad es lo que llamamos la intimidad, que es el núcleo más auténtico y central de la
persona. Es es ese ámbito del propio ser en el que el dar prevalece sobre el tener y el recibir. Más exactamente aún, en el que dar es recibir.
Y es que la persona es
esencialmente el ser que puede darse sin perderse, que se puede entregar en lo
que hace y en lo que dice. Por eso, hay gestos en apariencia pequeños que
tienen un extraordinario valor por lo que en ellas hemos puesto de nosotros
mismos. Como dice Simone Weil, “las mismas palabras –‘te amo’– pueden ser
triviales o extraordinarias, según la forma en que se digan. Y esa forma
depende de la profundidad en el ser humano de la que proceden”.
Fotograma de la película de F. Capra, Qué bello es vivir.
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