miércoles, 31 de diciembre de 2014

BUSCAR LA VERDAD Y NO RENUNCIAR A ELLA


Decía San Agustín que “algunos pueden engañar, pero a ninguno nos gusta ser engañados”. Es decir, que todos aspiramos a saber la verdad y contamos con ella, aunque no siempre la alcancemos o estemos dispuestos a aceptarla. Y aunque algunos digan haber renunciado a buscarla y alcanzarla.

Por lo demás, conocer las cosas completamente, hasta el fondo, es muy difícil y en muchos casos imposible. Los caminos de la realidad no pueden ser recorridos totalmente, y menos aún por una sola persona. Nuestras verdades –los conocimientos verdaderos que podemos alcanzar- no son completas normalmente, y en ocasiones aparecen mezcladas con errores. Hay otras cosas que no sabremos nunca. La realidad nos pone límites, y nuestro conocimiento también los tiene, pero éste puede ir alcanzando “zonas de verdad” sobre las cuales podemos comprender el mundo y a nosotros mismos hasta cierto punto, y todo lo que podamos averiguar posteriormente vendrá a completar esas zonas y a clarificarlas –en eso consiste el avance de las culturas y de la propia humanidad-; pero nunca una verdad podrá contradecir o excluir a otra.

Buscar la verdad es desear saber. Y para saber a qué atenerse en la vida y para vivir de acuerdo con lo que las cosas son hace falta amar y buscar la verdad, e incluso defenderla.

La inteligencia humana no puede ejercerse más que sobre la realidad, y cuando lo hace está en la verdad. Pretender que la verdad es inalcanzable –aunque ciertamente haya cosas que no averiguaremos nunca- significa cortar el vínculo entre la inteligencia y la realidad

Defender esa vinculación que abre a los seres humanos a la sabiduría y los libra del error y de la ignorancia, y les hace confiar entre sí, es tarea de la Filosofía (amor al saber), pero también es responsabilidad de todo ser humano en todos los órdenes en los que discurre su vida, porque la verdad es condición del conocimiento y fuente de sentido y de orientación para la vida. Sólo con ella el mundo puede ser habitable. 

Suele decirse que “errar es humano”, y así es; pero sólo es plenamente humano vivir en la verdad. Además, dicho sea de paso, el error supone en todo caso la existencia de la verdad. A.J.


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