“APUNTA ALTO, TRABAJA DURO”.
EL ÉXITO EDUCATIVO DE ESTONIA (y III)
Muchos indicadores revelan que Estonia 'cree' de verdad en la educación. Tras escapar del yugo soviético, este pequeño país, partiendo de una situación social y económica muy adversa, apostó por la digitalización y por la mejora del sistema educativo, centrándose en tres asuntos principales: 1) que las leyes educativas fueran realistas y eficaces, 2) la reforma de los currículos para centrarlos en lo esencial y 3) la formación del profesorado.
Ya el primer Informe McKinsey, de 2007 (“Cómo hacen los sistemas educativos con mejor desempeño del mundo para alcanzar sus objetivos”), apuntó a que la calidad de un sistema educativo depende sobre todo de la calidad del profesorado. Estonia es un buen ejemplo de ello. Formar excelentes profesores es asegurar la excelencia del sistema.
Los profesores estonios son preparados para desarrollar el pensamiento analítico y crítico de los alumnos, así como el pensamiento sistémico, la comprensión global y la capacidad de tomar decisiones éticas. La ética, en particular, se está convirtiendo en un aspecto fundamental en un entorno rico en tecnología como el que se ha instaurado en Estonia. Un objetivo fundamental en todas sus escuelas es el desarrollo de esta “habilidad”. Con otras palabras, asumir la virtud de la prudencia como objetivo educativo básico.
Desde la época soviética había escuelas que enseñaban en ruso, pero los datos demuestran que la inmersión obligatoria en una lengua no materna en comunidades bilingües perjudica el aprendizaje. Esto se ha convertido en una prioridad para las autoridades educativas, porque no hablar con fluidez estonio, la lengua común, está siendo un obstáculo para el rendimiento de los estudiantes y para su futuro. Por ello se está intensificando el aprendizaje de la gramática y el uso vehicular de la lengua estonia.
Como contraste, frente a un sistema que ha asumido como lema “Apunta alto, trabaja duro” -es decir, aspiremos a la excelencia y valoremos el esfuerzo en el aprendizaje-, Gregorio Luri, ante la tendencia observada en sucesivos informes PISA, lamentaba que “nuestro sistema (el español) genera más deficiencia que excelencia, desde 2009 los alumnos excelentes están disminuyendo y los más rezagados, aumentando. Un 28%, es decir, casi un tercio, están en las franjas de abajo, y un 5% en las franjas de arriba”.
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