martes, 19 de septiembre de 2023

REPENSANDO LA EDUCACIÓN (77)

SOCIALIZACIÓN Y PERSONALIZACIÓN 

 

Hemos venido criticando una manera engañosa de entender la socialización en el ámbito educativo. La crítica se centraba en una forma politizada -ideológica más bien- de entender la educación hoy predominante, en la que se busca la absorción de la persona en una forma reduccionista de ciudadanía, como si fuera un mero fragmento del colectivo social conducido según los valores dominantes; a la postre, un individuo atomizado que desaparece absorbido por el anonimato de la masa. 

Es importante no desdeñar la dimensión social de la persona cayendo en un individualismo narcisista e insolidario. Antes bien, en una socialización bien entendida, cada persona sigue siendo significativa y se ve resguardada e impulsada, no se ve privada de su dignidad intrínseca y de su responsabilidad, conserva un rostro identificable en los ámbitos de los que forma parte. Y por ello está en las mejores condiciones para corresponder a la sociedad aportando lo mejor y más genuino de sí misma. 

La excelencia personal, entendida como capacidad de suscitar y aportar lo mejor de uno mismo, no es contraria a la vida social -al contrario, es el mejor de sus recursos-. Sin embargo sí lo es la mediocridad, es decir, esa forma de subdesarrollo personal que crea problemas, que incapacita para resolver, para aportar al bien común, para suscitar la confianza de los demás y que al final deprime.

El ser humano es naturalmente sociable porque a través de la convivencia organizada su humanidad y su personalidad se ven enriquecidas y se desarrollan mejor. Al contrario, y por lo mismo, una vida social o una forma de convivencia tóxica es aquella que nos deshumaniza.

En una sociedad en la que importa el bien común -el bien propio y solidario de las personas que la forman-, se favorece la responsabilidad y la significación de las relaciones personales. En una socialización bien entendida, la personalización se afianza. Y, precisamente, personalizar -contribuir a la formación de una personalidad madura, de una libertad responsable que se orienta al bien- es la tarea esencial de la educación. 

Una educación personalizadora no es la que se obsesiona con el éxito y la autosuficiencia individual (¿el empoderamiento?). Es la que procura la maduración de la personalidad mediante el cultivo y el ejercicio de la reflexión basada en la búsqueda de la verdad y la libre orientación al bien, de una solidez de carácter frente a circunstancias mudables o dificultades que inciten a claudicar.

Es tarea fundamental de la educación, como instrumento de personalización y socialización, enseñar a niños y jóvenes a pensar y comprender, a hacer juicios de valor adecuados, a “ver por dentro” la realidad, a las personas y la propia interioridad, más allá de las apariencias y de la utilidad inmediata. Capacitarles para conducirse lúcida y responsablemente ante los valores de sentido, para dar y recibir en el seno de las relaciones, vínculos y tareas de la vida social. 

En el marco de una educación personalizadora, lo más relevante son los criterios y ayudas desde las que aprenderán a comprender la realidad y a convivir contribuyendo a la humanización de la convivencia. De lo contrario, el sistema educativo fomentará la aparición de individuos egoístas, abandonados a la mediocridad y perfectamente manejables. No la socialización.


   (Publicado en el semanario La Verdad el 15 de septiembre de 2023)

No hay comentarios: