lunes, 5 de noviembre de 2012

EN EL FONDO DE CADA UNO DE NOSOTROS DORMITA UN HÉROE O UN SANTO


EN EL FONDO DE CADA UNO DE NOSOTROS DORMITA UN HÉROE O UN SANTO, DESEOSO DE DAR LA VIDA POR ALGO O POR ALGUIEN
(No perdamos la esperanza en la educación)

Ahí va otra cita del libro de Fabrice Hadjadj: 
Tenga usted éxito en su muerte.  (Ed. Nuevo Inicio, 2012)

       "La llamada al verdadero martirio no es la llamada de un espíritu viejo, triste y despreciador de las bellezas de la tierra. Por el contrario, es la llamada del espíritu de infancia. Los niños juegan a los caballeros, las niñas a las princesas. Desean a un Señor a quien prestar juramento de fidelidad. Quieren un Reino que defender, una Dama por la que arriesgar su vida, un Príncipe Encantado a quien abandonarse enteramente. Desean entablar un combate, ya sea con fuerza guerrera ya sea con paciencia maternal, donde hacer gala de su valentía hasta el final. Ahora bien, nosotros les hacemos creer a los niños que ese Señor, ese Reino, esa Dama y ese Príncipe Encantado, ese combate extraordinario contra el Dragón no existen y que deben imaginarlos. Nos equivocamos: existen sin lugar a dudas y debemos seguirlos. El cuento de hadas no es lo bastante maravilloso, la novela de caballerías no es lo bastante rica en hazañas, en comparación con aquello a lo que nos arrastra lo real.


     "Tengo la ingenuidad de creer que no pedimos bastante a los hombres. Tengo el candor de pensar que bajo la mezquindad común dormitan héroes y santos. Muchos que se aferran a unos céntimos, si se les propusiera de veras dar su vida enteramente, estarían dispuestos a hacerlo. Muchos que se arrojan por la ventana, si se les invitara a dejarse quemar, descuartizar, crucificar boca abajo por amor a Dios y a los hombres, recuperarían el camino de la puerta. Si arañamos un poco, bajo el barniz del funcionario de correos más cobarde encontraremos un osado quijote. La cajera gruñona a la que atribuimos una falta total de ternura y de profundidad, ¡resulta que ahora se acuerda de que quiso ser misionera y todavía querría ofrecerse de pies a cabeza en una ardiente pasión! ¿No es ese su más profundo sueño de infancia? Al final de nuestra vida, el niño que fuimos nos juzgará y nos preguntará: '¿Qué hiciste con mis esperanzas?'.”


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