Os traslado una cita de la web de mi amigo Fernando Carbajo, que alude a su brillante tesis doctoral:
“En mi labor como profesor de Enseñanza Media encuentro cada año una dificultad particular a la hora de explicar la Historia de la Filosofía: el prejuicio de que el pasado está superado y nada se puede aprender de él, o al menos de que lo que se puede aprender no tiene validez en la actualidad. Un cierto historicismo es, a veces, la forma que adopta el escepticismo. Desde la perspectiva docente, nada contribuye más a fomentar ese escepticismo que la presentación de la Historia de la Filosofía como un magno osario, o un catálogo de errores en orden cronológico. Por esta razón las palabras del final de Conciencia y afectividad tomaron para mí un significado especial: «Este estudio se ha desarrollado en forma comparativa con la esperanza de obtener los hallazgos originales de cada uno de esos pensadores y mantenerlos en una integración congruente, sin pérdidas de verdad, con objeto de poner de manifiesto el carácter unitario del saber, sin atentar contra la unidad del pensamiento filosófico. Podría decirse que esta es la utilidad y la necesidad de los estudios comparativos: articular unitariamente las dos grandes tradiciones filosóficas, la clásica y la moderna, para restaurar la unidad de la filosofía, a pesar de la heterogeneidad temática y metódica, que a primera vista puede hacer aparecer como insalvable la discontinuidad de ambas tradiciones»
(CHOZA, J., Conciencia y afectividad (Aristóteles, Nietzsche y Freud), EUNSA, Pamplona, 1978, pp. 313-314)."
Os traslado una cita de la web de mi amigo Fernando Carbajo, que alude a su brillante tesis doctoral:
“En mi labor como profesor de Enseñanza Media encuentro cada año una dificultad particular a la hora de explicar la Historia de la Filosofía: el prejuicio de que el pasado está superado y nada se puede aprender de él, o al menos de que lo que se puede aprender no tiene validez en la actualidad. Un cierto historicismo es, a veces, la forma que adopta el escepticismo. Desde la perspectiva docente, nada contribuye más a fomentar ese escepticismo que la presentación de la Historia de la Filosofía como un magno osario, o un catálogo de errores en orden cronológico.
Por esta razón las palabras del final de Conciencia y afectividad tomaron para mí un significado especial:
«Este estudio se ha desarrollado en forma comparativa con la esperanza de obtener los hallazgos originales de cada uno de esos pensadores y mantenerlos en una integración congruente, sin pérdidas de verdad, con objeto de poner de manifiesto el carácter unitario del saber, sin atentar contra la unidad del pensamiento filosófico. Podría decirse que esta es la utilidad y la necesidad de los estudios comparativos: articular unitariamente las dos grandes tradiciones filosóficas, la clásica y la moderna, para restaurar la unidad de la filosofía, a pesar de la heterogeneidad temática y metódica, que a primera vista puede hacer aparecer como insalvable la discontinuidad de ambas tradiciones»
(CHOZA, J., Conciencia y afectividad (Aristóteles, Nietzsche y Freud), EUNSA, Pamplona, 1978, pp. 313-314)."
(CHOZA, J., Conciencia y afectividad (Aristóteles, Nietzsche y Freud), EUNSA, Pamplona, 1978, pp. 313-314)."
Razón y pasión en el juicio práctico Estudio comparativo de los fundamentos del juicio moral en Sto. Tomás, Hume y Kant (Tesis doctoral, 1986)
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