Si la sexualidad -por no estar bien integrada dentro de la totalidad del ser personal- no se pone al
servicio de la profundidad del amor humano, acaba por suscitar el vacío
emocional y de sentido. La amargura y el desencanto surgen como lógica
consecuencia de haber esperado en vano una plenitud imposible. Porque esa
plenitud de felicidad anhelada es mucho más que el mero deleite y goce, ya que no se ha profundizado en lo nuclear de las personas.
Un ejemplo: Rubén Darío y Francisca Sánchez
El poeta nicaragüense Rubén Darío ha
cantado el más exquisito amor de la forma más exquisita. También en su agitada
vida pasó por todas las variantes del espectro amoroso: “plural
ha sido la celeste historia de mi corazón”…
Sin embargo, al término de sus días, el vacío y la soledad se apoderan
de él. Sorprende que sea una sencilla mujer la que, dejando al margen el
hedonismo, la sensualidad y la retórica, venga a rehumanizar un humanismo sin
máscara, desvencijado y roto, como lo está el corazón del más sensual de los
poetas. Rubén, de vuelta ya de tanto carnaval sin alma, suplica a Francisca su
compañía y su compasión.
Ajena al dolo y al
sentir artero,
llena de ilusión que da
la fe,
lazarillo de Dios en mi
sendero,
Francisca Sánchez,
acompáñame.
En mi pensar de duelo y
de martirio,
casi inconscientemente
me pusiste miel.
Multiplicaste pétalos de
lirio
y refrescaste la hoja de
laurel.
Ser cuidadosa del dolor
supiste
y elevarte al amor sin
comprender.
Enciendes luz en las
horas del triste.
Pones pasión donde no
puede haber.
Seguramente Dios te ha
conducido
para regar el árbol de
mi fe.
Hacia la fuente de noche
y de olvido
Francisca Sánchez,
acompáñame.
Comenta Santiago Arellano: “La mujer
a la que Rubén canta ahora en nada es exótica, ni sensual, ni cosmopolita ni
misteriosa ni erudita. Se llama Francisca y su apellido es Sánchez. Cuando la
encontró en El Retiro madrileño, era una jovencita analfabeta, ni muy hermosa
ni culta.
"Los otros poemas eran juego y artificio verbal. Esto otro es vida. Cuando Darío escribe este poema está destrozado en todos los sentidos. Ese “acompáñame” es súplica de un alma en bancarrota, que olvida retóricas y zalamerías y convierte la palabra en sentir. En aquellos poemas escribe el hábil retórico entregado a la voluptuosidad, en éste un hombre sin adorno artificial, ante una mujer de carne y hueso, humilde, sufrida y bondadosa. Es un poema inspirado en la amarga realidad personal.
"Los otros poemas eran juego y artificio verbal. Esto otro es vida. Cuando Darío escribe este poema está destrozado en todos los sentidos. Ese “acompáñame” es súplica de un alma en bancarrota, que olvida retóricas y zalamerías y convierte la palabra en sentir. En aquellos poemas escribe el hábil retórico entregado a la voluptuosidad, en éste un hombre sin adorno artificial, ante una mujer de carne y hueso, humilde, sufrida y bondadosa. Es un poema inspirado en la amarga realidad personal.
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