LA FILOSOFÍA COMO HERRAMIENTA DE
LIBERTAD
Un amigo me hace saber que el
periódico inglés The Guardian acaba de publicar una profunda y
necesaria reflexión de Charlotte Blease sobre la utilidad de la Filosofía en
tiempos en los que los empleos empiezan a automatizarse y el conocimiento a
devaluarse. Tiempos en los que el ser humano necesita redescubrir el
pensamiento flexible y bien fundado para evitar la catástrofe.
“Y
eso comienza en la escuela”, dice Blease, quien se apoya en la siguiente opinión
del presidente de Irlanda, Michael D. Higgins: “El estudio de la Filosofía es
una de las más poderosas herramientas que tenemos a nuestra disposición para
enseñar a los niños a actuar como sujetos libres y responsables, en un mundo
cada vez más complejo, interconectado e incierto”.
“La
Filosofía en las aulas –dice Higgins— ofrece el camino al humanismo y a
la construcción de una vibrante cultura democrática”.
Ya
en 2013, cuando Irlanda batallaba contra los efectos colaterales de la crisis
financiera, Higgins lanzó una iniciativa en todo el país llamando a debatir qué
era lo que los irlandeses valoraban como sociedad. El resultado, apunta
Blease, fue que, por vez primera, la Filosofía fue introducida en las escuelas
primarias.
La
robótica ha pasado de la ciencia ficción al dominio de una gran cantidad de
ocupaciones y empleos que antaño eran solamente posibles contando con la
habilidad humana. Ya en 2013 –señala Blease en su trabajo publicado por The Guardian— un grupo de la Martin
School de la Universidad de Oxford estimó que para 2035, más de la mitad de los
empleos podrían ser sustituidos por “tecnología inteligente”, es decir, por
robots.
Los
niños que hoy están en primaria, mañana entrarán –si tienen suerte—a sitios de
trabajo muy diferentes a los que conocemos nosotros.
Ciertamente
–apunta la autora del ensayo– la Filosofía no es una cura para todos los males
actuales o futuros del mundo. “Pero puede crear inmunidad contra juicios
descuidados y contra no pocas barbaridades”.
Más
adelante se pregunta: “¿Cómo deberían los educadores preparar a los
jóvenes para la vida cívica y profesional en la era digital?”
En
resumidas cuentas –escribe Blease—“necesitaremos gente que esté preparada para
preguntar, y responder, cuestiones que no son googleables, como,
por ejemplo: ¿Cuáles son las ramificaciones éticas de la automatización? ;
¿Cuáles son las consecuencias políticas del desempleo masivo?; ¿Cómo deberíamos
distribuir la riqueza en una sociedad digitalizada…?”
“Como sociedad, necesitamos estar mucho más comprometidos con la Filosofía”,
dice Blease, quien reconoce que la materia es difícil, pero que ayuda a los
niños –y a los adultos—a articular preguntas y encontrar respuestas que no se
hallan fácilmente “o por introspección o por Twitter”.
Y añado, por mi cuenta, la antigua reflexión de Séneca: “Si el marinero no
sabe dónde está el norte, todos los vientos le son adversos”. Una buena parte
de la orientación que nuestro tiempo necesita puede venir sin duda de una
lúcida reflexión filosófica. Y nuestros avispados políticos, opinadores, y
tecnócratas de pacotilla no lo saben. A.J.