domingo, 2 de marzo de 2025

REPENSANDO LA EDUCACIÓN (132)

            LA TECNOLOGÍA: A FAVOR Y EN CONTRA                           DE LA EDUCACIÓN


 

La tecnología es una forma ordenada de aplicar conocimientos para lograr ciertos objetivos. Su valor máximo es la eficacia y la eficiencia. Ha permitido la producción sistemática de bienes y servicios y ha ampliado las capacidades humanas. Sin embargo, Romano Guardini advertía ya hace unas décadas que la tecnología ha dado lugar a una forma de poder al que acompaña un riesgo: la pérdida del sentido  propiciada por una economía y una forma de entender el mercado que no mira al verdadero desarrollo humano, y por una fragmentación de los saberes que facilita que la técnica se considere el principal recurso para interpretar y valorar la existencia.

La ciencia y la tecnología no deberían amenazar a la humanidad, pero los hechos históricos son contundentes al respecto. No podemos ser ingenuos como los ilustrados del siglo XVIII. La ética es crucial en la búsqueda de la verdad y la dignidad humana y ha de guiar el conocimiento para que esté al servicio del ser humano y del bien común. 

En el ámbito educativo, el llamado paradigma digital instalado en los últimos años ofrece nuevas formas de conocer y aprender, permitiendo mejorar el acceso a la educación y ofreciendo posibilidades de apoyo personalizado. Bien utilizadas, estas herramientas pueden mejorar la transmisión del conocimiento y el seguimiento individualizado del aprendizaje.

Pero es esencial al mismo tiempo defender valores como el rigor y la pausa en el pensamiento, orientando y estableciendo prioridades para un uso responsable de la tecnología en el ámbito educativo. La llamada “competencia digital” no consiste solo en manejar un ordenador y obtener rápidamente información, sino en una actitud crítica y reflexiva frente a la información y en usar los medios interactivos de manera responsable. Existe el riesgo de caer en una obsesión utilitarista que busca formar mano de obra cualificada al servicio del sistema productivo, despreciando otros ámbitos del conocimiento y el desarrollo y maduración de la persona misma… por no hablar de la predisposición a conductas adictivas.

La llamada “inteligencia artificial” (IA) debe ser utilizada como una herramienta complementaria de la inteligencia humana sin sustituir su riqueza inherente. Su uso extensivo en la educación podría aumentar la dependencia de la tecnología por parte de los estudiantes, bloqueando su capacidad para realizar actividades de forma autónoma y responsable. Pretender que la IA haga el trabajo de analizar, resumir, redactar, comentar… llevará a que los estudiantes no aprendan gramática, a redactar, a escribir una frase o un argumento convincente y cargado de intención, a extraer las ideas principales de un texto…, a pensar, en fin, por sí mismos.  

Si una habilidad no se cultiva acaba por atrofiarse. La educación en el uso de la IA debe centrarse en promover el pensamiento crítico, ya que su irrupción obliga a replantearse qué es lo esencialmente humano y qué se puede delegar en las máquinas.

En suma, la tecnología y la IA ofrecen grandes oportunidades, pero deben ser utilizadas con prudencia y con criterio ético para evitar riesgos y potenciar el verdadero aprendizaje y la maduración personal. Sustituir por herramientas tecnológicas el esfuerzo por comprender, memorizar, pensar, contemplar, hacer juicios de valor, reflexionar sobre uno mismo… conduce a la más rotunda falta de libertad.

(Publicado en el semanario La Verdad el 28 de febrero de 2025)