lunes, 5 de mayo de 2025

YA A LA VENTA: REPENSANDO LA EDUCACIÓN. CLAVES PARA UNA EDUCACIÓN CENTRADA EN LA PERSONA.

 


El problema profundo de la educación hoy no es un problema de medios y recursos sino de fines; no es tampoco un problema de mera transmisión de saberes y utilidades, sino de aportación de significados, de valores de sentido que hagan justicia a la dignidad del ser humano y a su vocación al amor, a su anhelo de felicidad.

Una pedagogía consistente, perdurable, no debería ser ni progresista ni conservadora. La pedagogía no está hecha para el tiempo ni para las luchas por el poder, sino para el ser humano. La educación ha de poner como centro a la persona en toda su integridad. Por eso la educación tiene -debe tener-, antes que nada, una función personalizadora. 

Nuestros sistemas educativos se postulan como trampolines para la empresa y talleres de una servil ciudadanía, pero acaban a menudo en plantaciones de desesperanza incapaces de ofrecer razones para vivira muchos de nuestros jóvenes. ¿Acaso no hay razones para repensar a fondo nuestra educación?


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ANDRES JIMÉNEZ ABAD es catedrático de instituto, doctor en filosofía y pedagogo. Ha sido director de centros de Enseñanza Media durante 10 años, tanto en el ámbito público como en el privado. Ha ejercido como profesor asociado de universidad durante 20 años. Colabora en actividades de formación del profesorado en centros de profesores y universidades españolas e hispanoamericanas. Durante 12 años ha ejercido diversas responsabilidades en la administración educativa del Gobierno de Navarra. 


lunes, 21 de abril de 2025

REPENSANDO LA EDUCACIÓN (137)

LA DEPENDENCIA DE LAS PANTALLAS (I) 

 


“El próximo curso escolar 2025/26, la Comunidad de Madrid será la primera de España que elimine de sus colegios el uso individual de dispositivos digitales en alumnos de Educación Infantil y Primaria”, acaban de anunciar los titulares. 

Es una decisión valiente que traerá consigo no pocas discusiones. Lo que está claro es que el sentido común, pediatras -y, entre otros, por cierto, los propios gurús de Sillycon Valley para con sus hijos en edad escolar-, reclaman que se regule y limite su utilización en los centros educativos. En todo caso, ¿no debería esto hacernos repensar el uso de internet y de dispositivos en el proceso educativo de los más jóvenes?

Internet es un gran invento que hay que aprovechar, sin duda, pero reconociendo sus limitaciones y posibles efectos negativos. 

Como ha señalado un acreditado pedagogo como Gerardo Castillo, “la primacía de lo audiovisual hace que manejemos mucha información, pero al precio de leer menos; los saberes pensados propios de la auténtica cultura son sustituidos por los saberes sin pensamiento típicos de la cultura de lo virtual. Hoy estamos más informados, pero somos menos cultos que nuestros abuelos. Es un hecho que los usuarios de internet dedican bastante menos tiempo y esfuerzo al estudio, adoptan una actitud pasiva frente al conocimiento, adquieren información desconectada de la realidad diaria, tienen dificultades para manejar conceptos abstractos y para establecer relaciones entre la teoría y la práctica.”

Las nuevas tecnologías perjudican cuando se les dedica un tiempo excesivo y cuando se recibe sin sentido crítico la información que ofrecen. Influyen negativamente en el rendimiento escolar por restar mucho tiempo a la actividad de estudiar y disminuir la concentración que requiere el estudio. Además, impiden descansar adecuadamente, lo cual repercute negativamente en el estado de ánimo y en la fortaleza mental y emocional.

Cada vez son más los adolescentes que pasan horas y horas -durante el día y durante la noche- pendientes del monitor de videojuegos, de Internet y del móvil para divertirse y pasar el rato. El ocio digital les aleja así del mundo real para hacerles dependientes de la “realidad” virtual. 

Los adolescentes de ahora, salta a la vista a menudo, suelen utilizar el móvil en todo momento y en cualquier lugar, por supuesto también en clase (en general a escondidas). El móvil se está convirtiendo en símbolo, les hace sentirse más importantes e independientes. Pero detrás de su uso compulsivo suele haber problemas de inseguridad, soledad y autoestima. Entre los factores de riesgo de la adicción al móvil son importantes los problemas de tipo afectivo y la vulnerabilidad a la presión de amigos que usan el móvil de forma intensiva.

Últimamente se ha descrito como muy nociva una patología psicológica llamada “FOMO”: (fear of missing out, «temor a perderse algo»), un miedo compulsivo a que otros puedan estar viviendo experiencias gratificantes de las que uno está ausente; el deseo apremiante de estar continuamente conectado y atento a lo que otros están haciendo, lo cual genera ansiedad y aislamiento social. 

Pero sería de ilusos pensar que basta con las prohibiciones y los razonamientos para impedir el consumo excesivo y contraproducente de dispositivos por parte de los más jóvenes, si a eso no lo acompaña como alternativa “algo mejor”… 

Vale. ¿Pero qué y cómo? Seguiremos tratando de todo ello.

           (Publicado en el semanario La Verdad el 4 de Abril de 2025)


lunes, 7 de abril de 2025

REPENSANDO LA EDUCACIÓN (136)

PANTALLAS Y EDUCACIÓN

Catherine L'Ecuyer, doctora en Educación y Psicología, y escritora experta en temas educativos, ha comparecido recientemente ante el Parlamento de Madrid y el Parlamento Vasco para tratar del uso de pantallas y dispositivos por parte de los menores y en los centros educativos. Extraemos algunas ideas de ambas intervenciones que nos parecen de gran interés tanto para padres como para centros escolares. 

L'Ecuyer explicaba en primer lugar que para entender cómo la tecnología afecta a los niños es esencial comprender sus necesidades y cómo aprenden en cada etapa de su desarrollo. 

Entre los 0 y 6 años, los niños aprenden a través de experiencias sensoriales y de interacciones personales. Durante esta etapa, su pensamiento abstracto está en desarrollo, por lo que no aprenden a través de pantallas, más aún, la literatura pediátrica señala que estas pueden causar impulsividad, inatención, dificultad para la deliberación y pobreza de vocabulario, y se acentúa la dificultad para trasladar una imagen de dos dimensiones a un ámbito de tres. Por ello, la Academia Americana de Pediatría recomienda cero tiempo de “pantalla” para niños de 0 a 2 años y menos de una hora al día para niños de 2 a 5 años.

Desde los 6 años hasta los 12, el niño consolida la lectoescritura, pero esta se aprende mejor con la escritura a mano pues, como la neurociencia demuestra, el movimiento inteligente de la mano es clave para el desarrollo cerebral. El informe The Google Generation estima que el concepto de nativo digital está sobrevalorado y que los jóvenes “dependen demasiado de los motores de búsqueda, lo que merma las competencias críticas y analíticas para poder entender el valor y la originalidad de la información en la web”.

“-¿Por qué el discurso digital se ha convertido no en una oportunidad sino en una dictadura? ¿Por qué la Comisión Europea impone en educación a los niños pequeños la adquisición de las llamadas “competencias digitales” mientras la Pediatría va por otro lado?”, se pregunta L’Ecuyer.

En respuesta a ello, critica a la industria tecnológica por su influencia en la percepción pública sobre el uso de pantallas. Las empresas no solo venden dispositivos, sino que buscan captar la atención de los usuarios mediante contenidos y recursos adictivos  (p.ej. el scrooling / desplazamiento infinito) para que permanezcan más tiempo, y de paso vender información y datos personales a terceros. Además, patrocinan investigaciones y eventos educativos para promover sus productos entre políticos, comunicadores y educadores, y convencerles de que tales productos son un factor imprescindible para el buen desarrollo de los niños.

La ponente desmonta varios "tecnomitos" difundidos por la industria, al afirmar: 

1º. Que los dispositivos están diseñados para enganchar al usuario. 

2º. Que los niños no tienen la madurez necesaria para el uso responsable de la tecnología. 

3º. Que, según el Instituto de Salud Pública de Québec “los dispositivos digitales en el aula, utilizados con fines personales o educativos, en el mejor de los casos no aportan ningún beneficio al aprendizaje o, en el peor, tienen un efecto negativo en la cognición de los jóvenes.”

4º Que el acceso universal a la tecnología viene a generar una “brecha cultural” entre las familias que no son conscientes de la necesidad de limitar el tiempo de uso y las que privilegian en sus hijos el contacto con la naturaleza y las relaciones interpersonales.


(Publicado en el semanario La Verdad el 7 de marzo de 2025)

miércoles, 2 de abril de 2025

REPENSANDO LA EDUCACIÓN (135)

MAMÁ, QUIERO SER INFLUENCER (y III)

 


Una respuesta educativa ante el fenómeno de la irrupción de los influencers y de la dependencia emocional hacia las pantallas y redes sociales, tan extendido hoy, ha de ser consciente de la fuerza del emotivismo que caracteriza la mentalidad dominante y su repercusión en la educación de niños y jóvenes y en la maduración de las personas en general.

Lo primero a tener en cuenta es que los educadores tengamos claro qué tipo de persona queremos que sean nuestros hijos o alumnos y por qué, lo que ha de llevar a plantear para ellos una “saludable educación del carácter”.

En esta línea, se tratará de educar para el autodominio. Ser dueño de uno mismo es otra forma de decir libertad. Esta no consiste en hacer lo que me apetece, dejándose llevar de las emociones y de los estímulos agradables de manera irreflexiva, sino en elegir lo mejor tras haberlo pensado bien (deliberación, juicio de valor) y haberlo decidido (voluntad).

La reflexión, la responsabilidad y la constancia son aspectos básicos de una personalidad equilibrada y madura. La persona madura es la que piensa, decide y actúa por sí misma, frente a la inmadurez de quienes dejan que sean otros -a través de dispositivos y pantallas en este caso- los que piensen, decidan y actúen por uno mismo. 

Algunas pautas importantes pueden ser:

1) Actuar después de haber reflexionado, y no reaccionando impulsivamente frente a los estímulos de agrado y desagrado: con otras palabras, párate y piensa antes de actuar; y piensa también después de haber actuado: “por qué ha ocurrido esto o aquello, cómo debería haber actuado...”

2) Entrenar en el fortalecimiento de la voluntad: afrontar las dificultades y el desagrado, vencer la pereza, el inmediatismo (no reaccionar impulsivamente ante los estímulos, aplazar la satisfacción de los deseos), valorar la sobriedad, resistirse a los caprichos, aprender a decir y a aceptar el “no”. John Stuart Mill, uno de los padres de la psicología moderna, decía: “De quienes no se han negado nunca una cosa lícita, no se puede esperar con seguridad que se nieguen cosas ilícitas”. Una persona con voluntad, con personalidad, que sabe retrasar las recompensas, es más dueña de sí, es más fuerte y llegará más lejos que una persona inteligente. 

Aldo Naourien su libro Padres permisivos, hijos tiranos, afirma: "Los padres deben ser educadores,deben saber, por amor a sus hijos, fijar límites y establecer prohibiciones, sin intentar justificarse ni seducir. El cariño no está reñido con la firmeza, la reclama incluso. Deben encauzar esa considerable energía del niño desde la primera infancia para que pueda crecer, controlar su energía y aprender a utilizarla. Educar es ofrecer seguridad, orientar; pero también es frustrar. A menudo digo a los padres que deben resignarse a no ser unos padres ‘amados’ por sus hijos."

            3) Los adultos (padres y educadores) no debemos ser dependientes del móvil o de las redes y las pantallas; no tengamos el móvil delante ni parezcamos enganchados a él ante nuestros educandos. Centremos nuestra atención en las personas con las que estamos y hablamos, obsequiándoles nuestro tiempo, nuestra paciencia... Dediquemos tiempo a los hijos para que no se busquen sucedáneos virtuales. Enseñemos a conectar con los amigos, con quienes queremos, en la vida real. Ofrezcamos alternativas valiosas para el tiempo de ocio: salidas a la naturaleza, encuentros frecuentes con familias amigas con las que se sintoniza en valores, celebraciones familiares, actividades de voluntariado, asistencia a representaciones teatrales, cultivo de la lectura en el ámbito familiar, etc.


(Publicado en el semanario La Verdad el 28 de marzo de 2025)

martes, 25 de marzo de 2025

REPENSANDO LA EDUCACIÓN (134)

MAMÁ, QUIERO SER INFLUENCER (II)


Quién acompaña a los Influencers? | iDen Global Consultoría de Negocio  Digital


Hemos descrito la creciente proyección que, especialmente entre nuestros jóvenes, tiene la irrupción de los influencers en las redes sociales. Vayamos ahora con una posible respuesta educativa ante este fenómeno.

Empezaremos aludiendo al sentimentalismo dominante en la mentalidad hoy prevaleciente, y que constituye el marco de nuestra era digital. El sentimentalismo es una deformación de la vida afectiva, aparece cuando la verdad, el bien, la justicia o la belleza dejan de orientar la vida y son sustituidos por el sentimiento, la pasión, el gregarismo, el mero apetecer o el capricho (las ganas). 

Es estupendo que nuestros hijos o alumnos sean sensibles. Pero han de ser dueños de sí mismos y no esclavos de sus apetencias y caprichos, de las modas o del miedo al qué dirán.

Si la afectividad no es ordenada por la razón -criterio y voluntad-, se verá sometida a la espontaneidad ciega de impulsos que suelen ser imprevisibles, variables, muchas veces ilógicos y a menudo destructivos. Dejarse llevar de modo habitual por lo que atrae sensiblemente, por lo agradable y placentero, poniendo el bienestar en lo más alto de la escala de valores, puede llevar a grandes equivocaciones y daños tanto en el proceso educativo como en la vida misma. Y además es un comportamiento muy fácil de manejar, como saben muy bien los publicistas y los demagogos. 

En los fenómenos adictivos se produce en el cerebro una gran cantidad de dopamina, hormona que genera una sensación intensa de placer y que está presente también en las sustancias adictivas; influye en las conexiones neuronales, haciendo que el pensamiento priorice la autosatisfacción, se vuelva más superficial y se tienda a un trato reactivo y zafio, más irreflexivo, menos respetuoso y sensible hacia los demás.

Una educación centrada en la persona no trata simplemente de aprender a sentirse bien. Por encima del bienestar personal prioriza el bien-ser. Busca ayudar a ser mejor como persona. 

Teniendo esto en cuenta, el mejor modo de hacer frente a las dependencias, las adicciones y la manipulación es una saludable educación del carácter que nos haga realmente libres: dueños de nosotros mismos; personalidades firmes y equilibradas, capaces de decir “no” a lo que deshumaniza y de decir “sí” a lo que vale más la pena, aunque cueste.  

Frente a una mentalidad narcisista, hedonista y pragmática que nos dice: “satisface tus deseos a toda costa, aquí y ahora”, y que es caldo de cultivo de múltiples adicciones, es fundamental educar a niños y jóvenes para que sean capaces de distinguir y apreciar el bien, y de orientar hacia él su vida mediante la fuerza de voluntad y la constancia.

Así pues, para empezar, lo primero que hace falta es que los padres y los educadores tengamos claro qué tipo de persona queremos que sean nuestros hijos o alumnos y por qué; saber qué es lo más valioso en una persona: que sea dueña de sí misma, que sepa distinguir el bien y el mal (y elija habitualmente el bien), que sea honesta, generosa…, frente a otros modelos que de hecho se nos venden desde las redes y los núcleos creadores de opinión. Las pantallas a menudo suplantan y tergiversan la realidad. Las cosas buenas de verdad ocurren en la vida real, no en los escenarios virtuales. 

 (Publicado en el semanario La Verdad el 21 de marzo de 2025)

miércoles, 12 de marzo de 2025

REPENSANDO LA EDUCACIÓN (133)

“MAMÁ, QUIERO SER INFLUENCER” (I)


           Tradicionalmente, las empresas han venido utilizando a figuras atractivas y famosas: artistas, deportistas, cantantes o incluso expertos en diferentes sectores, para ayudar a vender sus productos a través de anuncios de televisión, radio y publicaciones diversas.

Pero desde hace algo más de dos décadas el auge de las redes sociales ha hecho que personas comunes hayan logrado acaparar una cantidad importante de seguidores sobre los que ejercen una influencia significativa gracias a los contenidos que comparten en sus redes, por ejemplo en Instagram, Tik-Tok o YouTube. 

En definitiva, son más populares y consiguen que sus seguidores imiten su comportamiento y compartan sus gustos o sus consejos. Se han convertido en altavoces sorprendentemente eficaces que han venido a configurar el llamado “marketing de influencia”.

Destacan aquí dos aspectos concretos para nuestro interés, por un lado el poder persuasivo e incluso adictivo de las redes sociales y por otro el atractivo de la figura del influencer.

1.- Las redes sociales han sido diseñadas para ser adictivas: Capturan nuestra atención y ofrecen respuestas y gratificaciones inmediatas a nuestras demandas. Las pantallas aprisionan nuestra atención porque multiplican luz, sonido, movimiento, imágenes sugerentes que cambian con rapidez. Su objetivo es que pasemos el máximo de tiempo posible delante, interactuando o simplemente asomados a la pantalla, consumiendo información. 

Se favorece así un fenómeno muy extendido de “drogodependencia emocional”. Vivimos en una cultura sentimentaloide y emotivista, tendente a la gratificación inmediata, y en la que se busca alivio, confort, evasión, deseo de ser querido y halagado para reforzar la propia autoestima, pero que produce al mismo tiempo una generalizada falta de resistencia a la frustración y una propensión al estrés cuando los deseos no se ven satisfechos de manera inmediata. 

La necesidad de gratificación y de evasión lleva a no ser capaces de prescindir de las redes y de las pantallas. Esta adicción se produce, por lo demás, a ambos lados, tanto por parte del consumidor de dispositivos como del que genera los contenidos, que no sabe prescindir de la búsqueda de éxito.

2.- El “marketing de influencia” nos muestra a gente común, en principio, que aglutina a miles de seguidores en las redes. La figura del influencer se ha convertido en una especie de gurú contemporáneo, un líder que crea opinión, marca tendencia, suscita admiración e imitación habitual y acrítica. Es un perfil que se ha hecho muy popular especialmente entre jóvenes que lo ven como una profesión muy apetecible, con la que además se puede ganar dinero esforzándose relativamente poco (“desde casa”, incluso).

Conviene advertir de que hay otra cara en esta moneda, a la que antes aludíamos de pasada: Es bastante frecuente que jóvenes influencers que parecían haber colmado toda expectativa de éxito, seguidos por millones de personas y con una holgada economía, caigan en depresión o ansiedad e incluso lleguen a quitarse la vida de manera inesperada. Al cabo terminamos sabiendo que se veían sometidos a una gran presión, a una enorme dependencia emocional que no han sabido manejar, a una gran fragilidad para afrontar críticas o insultos a veces crueles, o aparece un vacío existencial que no se ve satisfecho por el halago y la adulación de sus fans y seguidores.

      (Publicado en el semanario La Verdad el 14 de marzo de 2025)

domingo, 2 de marzo de 2025

REPENSANDO LA EDUCACIÓN (132)

            LA TECNOLOGÍA: A FAVOR Y EN CONTRA                           DE LA EDUCACIÓN


 

La tecnología es una forma ordenada de aplicar conocimientos para lograr ciertos objetivos. Su valor máximo es la eficacia y la eficiencia. Ha permitido la producción sistemática de bienes y servicios y ha ampliado las capacidades humanas. Sin embargo, Romano Guardini advertía ya hace unas décadas que la tecnología ha dado lugar a una forma de poder al que acompaña un riesgo: la pérdida del sentido  propiciada por una economía y una forma de entender el mercado que no mira al verdadero desarrollo humano, y por una fragmentación de los saberes que facilita que la técnica se considere el principal recurso para interpretar y valorar la existencia.

La ciencia y la tecnología no deberían amenazar a la humanidad, pero los hechos históricos son contundentes al respecto. No podemos ser ingenuos como los ilustrados del siglo XVIII. La ética es crucial en la búsqueda de la verdad y la dignidad humana y ha de guiar el conocimiento para que esté al servicio del ser humano y del bien común. 

En el ámbito educativo, el llamado paradigma digital instalado en los últimos años ofrece nuevas formas de conocer y aprender, permitiendo mejorar el acceso a la educación y ofreciendo posibilidades de apoyo personalizado. Bien utilizadas, estas herramientas pueden mejorar la transmisión del conocimiento y el seguimiento individualizado del aprendizaje.

Pero es esencial al mismo tiempo defender valores como el rigor y la pausa en el pensamiento, orientando y estableciendo prioridades para un uso responsable de la tecnología en el ámbito educativo. La llamada “competencia digital” no consiste solo en manejar un ordenador y obtener rápidamente información, sino en una actitud crítica y reflexiva frente a la información y en usar los medios interactivos de manera responsable. Existe el riesgo de caer en una obsesión utilitarista que busca formar mano de obra cualificada al servicio del sistema productivo, despreciando otros ámbitos del conocimiento y el desarrollo y maduración de la persona misma… por no hablar de la predisposición a conductas adictivas.

La llamada “inteligencia artificial” (IA) debe ser utilizada como una herramienta complementaria de la inteligencia humana sin sustituir su riqueza inherente. Su uso extensivo en la educación podría aumentar la dependencia de la tecnología por parte de los estudiantes, bloqueando su capacidad para realizar actividades de forma autónoma y responsable. Pretender que la IA haga el trabajo de analizar, resumir, redactar, comentar… llevará a que los estudiantes no aprendan gramática, a redactar, a escribir una frase o un argumento convincente y cargado de intención, a extraer las ideas principales de un texto…, a pensar, en fin, por sí mismos.  

Si una habilidad no se cultiva acaba por atrofiarse. La educación en el uso de la IA debe centrarse en promover el pensamiento crítico, ya que su irrupción obliga a replantearse qué es lo esencialmente humano y qué se puede delegar en las máquinas.

En suma, la tecnología y la IA ofrecen grandes oportunidades, pero deben ser utilizadas con prudencia y con criterio ético para evitar riesgos y potenciar el verdadero aprendizaje y la maduración personal. Sustituir por herramientas tecnológicas el esfuerzo por comprender, memorizar, pensar, contemplar, hacer juicios de valor, reflexionar sobre uno mismo… conduce a la más rotunda falta de libertad.

(Publicado en el semanario La Verdad el 28 de febrero de 2025)