LA COMPETENCIA MÁS BÁSICA:
Aprender a leer la vida, una competencia básica... |
No es lo mismo leer que saber leer. Para saber leer es preciso adquirir el hábito lector y comprender lo que se lee, captar más allá de las palabras verdaderas claves de sentido, entre líneas e incluso en los silencios de quien escribe.
Hay en los textos pasajes, descripciones y relatos llenos de sugerencias y de experiencia vivida y por vivir. Hay también silencios en los que resuenan las palabras y que entrañan realidades cargadas de significado.
La lectura de buenos libros es una de las herramientas más útiles y gozosas para la maduración del pensamiento y para la educación de los afectos. La educación en valores tiene también en las narraciones su mejor vehículo didáctico. Saber leer un texto significa analizar su estructura y descubrir sus inferencias patentes o latentes, sus claves, medir su coherencia y su verdad, apreciar si su belleza y su efectividad amplían el horizonte humano. Aprender a leer -en este sentido profundo- es una forma de aprender a pensar y a vivir.
Diferentes indicadores advierten del descenso en la comprensión lectora de nuestros estudiantes y de las dificultades que acarrea tal carencia, tanto para su aprendizaje posterior como para su propio desarrollo personal. Decía Pedro Salinas que si no se emplea la lectura para ensanchar las potencialidades el espíritu, se cae en una paradoja cierta: la de ser “analfabetos que leen... sin saber”.
Las narraciones nos fascinan porque emplean el lenguaje de la vida y nos hacen revivir lo que leemos. Pero también la vida puede ser entendida como una narración. Y lo es. Y, como toda narración, para estar verdaderamente viva, para ser humana, debe ofrecernos –o más bien debemos otorgarle- un sentido humano elevador.
Los autores pueden ser nuestros mejores amigos, cómplices de confidencias y proyectos. Pueden ser también nuestros educadores. Nada tiene de trivial descubrir en la lectura un modo de abrirse al conocimiento del mundo, también al conocimiento del propio mundo interior. “Leemos para saber que no estamos solos” (C. S. Lewis)
Leemos para saber que no estamos solos (C. S. LEWIS) |
La competencia lectora
Seguiremos ahora unas reflexiones de Santiago Arellano acerca de la competencia lectora. Vayamos poco a poco:
La lectura es un proceso comunicativo: -alguien trata de decirnos algo acerca de algo, o de alguien con un propósito determinado-.
Es una actividad cuyo objetivo es comprender el contenido del texto (oral o escrito), esto es, saber de qué habla el autor, qué nos dice de aquello de lo que nos habla y con qué intención o propósito lo dice.
Es una actividad orientada a una meta. Su resultado depende de la interacción entre un texto y un lector.
El lector interviene teniendo en cuenta distintos conocimientos, propósitos y expectativas. La naturaleza del texto facilita o complica la comprensión.
La formación en lectura, en su sentido clásico, depende de la capacidad de descodificar textos, de interpretar significantes léxicos y estructuras gramaticales, y de dar un sentido, al menos superficial, a lo escrito.
Para participar efectivamente en la sociedad actual este tipo de formación no es suficiente.
Hoy hay que ser capaz, además, de leer entre líneas, de reflexionar sobre las intenciones de los escritos, de reconocer los recursos utilizados por los autores para transmitir mensajes e influir a los lectores, y de extraer significados a partir de la estructura y del estilo del texto.
Un concepto moderno de formación en lectura descansa en la capacidad de comprender e interpretar una amplia variedad de tipos de texto, poniéndolos en relación con el contexto en el que aparecen.
La preparación o formación en lectura se define como la comprensión, el empleo y la elaboración reflexiva de textos escritos con el fin de alcanzar las metas propias, desarrollar el conocimiento y el potencial personal, y participar en la sociedad.
(CONTINUARÁ)
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