ESCLAVOS DE LA PROPIA IMAGEN
Es un hecho que las redes repercuten en la formación de la personalidad de los jóvenes ya que canalizan el modo en que muchos acceden al “mundo exterior”, construyen sus relaciones, expresan sus opiniones o forman su autoconcepto y autoestima. Seguramente no se podrá evitar que antes o después utilicen las redes sociales, por ello es esencial que antes tengan madurez suficiente para no ser arrastrados por la engañosa escala de valores propuesta generalmente en ellas, y por la imagen idealizada y falsa que muchas personas exhiben de sí mismas, reforzando una visión del propio cuerpo e imagen como objeto expuesto a la validación de los demás.
A propósito de la propia imagen viene a cuento el movimiento de aceptación corporal (“body positivity”),boyante en la última década, cuya pretensión inicial era que todos se sintieran incluidos. Pero su lucha no ha venido a serlo tanto por la autoaceptación personal del cuerpo tal como es, como para que la cultura de consumo audiovisual acepte entre sus cánones otras figuras. Busca a la postre que todos los cuerpos (delgados, obesos, etc.) sean vistos como hermosos, como deseables.
La idea de que el valor del cuerpo radica en cómo se ve, es en realidad la misma que impulsa a quienes lo alteran con bótox o ácido hialurónico, la de que la persona vale por su apariencia. Que determinadas personas con sobrepeso intenten justificar las decisiones (o no decisiones) que pudieron conducirles a esa condición, intentando “naturalizar” su figura y evitando sentirse culpables, sigue teniendo que ver con el “qué dirán”.
Que la batalla del body positivity se librara en las redes sociales influyó mucho en este enfoque centrado en la apariencia. Las redes han multiplicado la presión social y una alta exigencia en cuanto al aspecto físico. Hoy todo el mundo tiene que ser guapo y muchos piensan que si no lo son no van a gustar y no los van a querer. Ello manifiesta la relación cada vez más estrecha entre “vida digital” y salud emocional.
Los canales de influencers dedicados al cuidado estético personal y los servicios relacionados con la estética –gimnasios, intervenciones quirúrgicas, apps– crecen exponencialmente. Muchos comparten con sus seguidores sus rinoplastias, aumento o reducción de pecho o nalgas, relleno de labios o sesiones de bótox para prevenir las arrugas, lanzados a una carrera patológica para luchar contra el paso y los efectos del tiempo. Y entre tanto, el mercado de la belleza, el fitness, la nutrición saludable y la cirugía estética miran satisfechos sus cuentas de resultados.
Estas obsesiones están muy relacionadas con la falta de aceptación de uno mismo, con la preocupación excesiva por cómo nos ven los demás. Pero lo más importante de verdad no consiste en cómo se ve uno mismo o le ven los demás, sino en gozar de una mejor salud emocional; a la vez que también vascular, del dolor en las rodillas y en los talones, de dormir bien y tener más energía y serenidad…
Es preciso sobre todo entender que no sólo somos imagen, y llenar la vida de cosas más valiosas: de amigos, familia, intereses culturales, valores auténticos… La amistad se inicia en un encuentro personal y reclama tiempo, paciencia, respeto, dedicación, generosidad. No entiende de prisas. La vida online quita tiempo a la interacción en la vida real: en realidad “nos quita vida”.
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