sábado, 6 de septiembre de 2025

REPENSANDO LA EDUCACIÓN (146)


¿ENSEÑAR A MIRAR?

Platón, siguiendo a su maestro Sócrates, consideraba que educar  es introducir en la realidadPor el contrario, en su misma época (s. IV a. Jc.) los sofistas sostenían que la educación consiste en el acopio de conocimientos, concepción hoy presente en  la “titulitis” que padecemos en los ámbitos académicos. Eso, por no entrar en escenarios políticos, donde además el fraude se halla a la orden del día. 

Es lo mismo tener un título que saber? No, no siempre al menos. Tener el título de magisterio, por ejemplo, no significa que uno sea maestro. Ser maestro implica muchas más cosas que no se reflejan en el trámite que habilita legalmente para serlo. Pero, volviendo a eso de “introducir en la realidad”, … ¿qué quería decirse

Platón decía que significa “aprender a mirar”, dirigir nuestra capacidad de comprensión hacia lo que de verdad importa: la verdad, la belleza, el bien común, el Bien con mayúscula... Saber acerca de las cosas, las personas, los acontecimientos, la conducta recta; y no conformarse con las apariencias, el quedar bien, los intereses particulares, lo que está de moda o simplemente nos atrae:

            «Hay que volverse desde lo material y efímero con toda el alma, hasta llegar a ser capaz de soportar la contemplación de lo que es valioso y perdurable, y lo más luminoso de cuanto existe, que es lo que llamamos el Bien. Por consiguiente, la educación sería el arte de volver la mirada del alma de la manera más fácil y eficaz posible, y en caso de que lo haya hecho incorrectamente y no mire adonde debe, posibilitando la corrección.» (La República)

No se trata, así pues, de buscar el poder y el éxito a ultranza (aquello de que “el fin justifica los medios”), sino de “hacer mejor nuestra alma”:

           «Amigo, ¿cómo no te avergüenzas de no haber pensado más que en amontonar riquezas, en adquirir crédito y honores, en despreciar los tesoros de la verdad y de la sabiduría, y de no trabajar para hacer tu alma tan buena como pueda serlo? Toda mi ocupación es trabajar para persuadi­ros de que, antes que el cuidado del cuerpo y de las riquezas, está el del alma y su perfeccionamiento; y no me cansaré de deciros que la virtud no viene de las riquezas sino que, por el contrario, la riqueza auténtica viene de la virtud, y que de ella nacen todos los demás bienes para la ciudad y para vosotros mismos.» (Apología de Sócrates)

Nos hallamos en un contexto social y cultural cada vez más frenético y superficial, más pragmático y también más desesperanzado; lo que, entre otras cosas, hace la tarea de educar más compleja y a la vez aleja a nuestros niños -y no solo a ellos, por supuesto- de lo esencial. 

Un sinfín de actividades les apartan de la naturaleza, del silencio, del juego libre, de la belleza, del conocimiento sereno y profundo de las cosas y de su valor. Las prisas y las pantallas impiden pensar y saborear, saturan los sentidos e impiden el aprendizaje. El ruido ambiental acalla las preguntas más importantes. Ya no saben (¿sabemos?) contemplar.

Y así muchos, tal vez desde su infancia, se pierden lo mejor de la vida: descubrir el mundo, abrirse a la realidad y adentrarse en ella disfrutado el lento y sosegado placer del hallazgo. 


(Publicado en el semanario La Verdad el 5 de septiembre de 2025)

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