viernes, 20 de enero de 2012

EDUCACIÓN PARA UN TIEMPO DE CRISIS (V)

4.- Metas personales (¿hoy las llamaríamos competencias profesionales?, uff, no sé...) del maestro

En su interna tensión por “sacar de sí mismo su mejor yo”, para mejor ayudar, el maestro ha de aspirar permanentemente a una serie de metas personales:

1) En el orden del saber:
a)         “Saber a dónde hay que ir”: conocimiento fundado de la finalidad de su quehacer, lo que implica una visión profunda y verdadera del ser humano y de lo que le ayuda a mejorar y madurar.
b)         “Saber cómo es el alumno, o alumna, y a dónde puede llegar”. Lo que conlleva un acercamiento personal a su situación, actitudes, posibilidades y limitaciones.
c)         “Saber cómo y cuándo se puede y se debe intervenir”. Prudencia y tacto para aprovechar ocasiones propicias, para esperar el momento más oportuno y solventar las situaciones imprevistas.

2) En el orden de las actitudes cabe destacar:
a)          “Fe en el propio trabajo”. Sólo si se cree que el propio trabajo merece la pena, aunque no siempre se aprecien sus resultados, puede haber entusiasmo y motivación para contagiar deseos de mejora a los alumnos.
b)         “Compromiso educativo, entrega personal”. Educar no es un trabajo más, un simple modo de ganarse un sueldo. Es ayudar a ser a unas personas, transmitirles vida y llenarla de contenido. Ello requiere una vinculación personal, ofrecer la propia experiencia de vida como referente.
c)          “Capacidad de silencio”. Reflexionar sobre el propio trabajo, su sentido y su desarrollo. Dedicar tiempo a pensar en cada uno de los alumnos.
d)         “Condescendencia o empatía”. Es la capacidad de ponerse sinceramente en el lugar del otro para ver las cosas como él o ella las ve, juzgándolas también desde su intención y situándose a su nivel para razonar, animar y corregir. Aceptarle como persona antes que por sus resultados.
e)          “Comunicabilidad”. Empezando por la capacidad de percibir, de escuchar sin juzgar ni excusarse. Mostrarse sincero, accesible y receptivo
f)          “Capacidad de suscitar autonomía”. No se trata de dirigir al alumno para modelarlo a nuestra imagen y semejanza, sino de orientarle para que vaya bastándose a sí mismo paulatinamente, para que acepte la responsabilidad de sus actos y se determine a ejercitar su voluntad, a pensar y decidir por sí mismo, según su grado de madurez.
g)          “Firmeza”. Dominio de las propias reacciones y capacidad para encajar y superar las dificultades que sobrevienen. No ha de confundirse con frialdad, dureza o inflexibilidad, sino que supone calma, energía y entereza. Amar sin mendigar el cariño de los alumnos.
h)         “Paciencia”. Saber esperar, no exigiendo la satisfacción inmediata de todos nuestros deseos y objetivos. No cansarse nunca de estar empezando siempre que sea necesario, aprendiendo a sacar lecciones y propósitos de mejora tras el fracaso, el cansancio o la contrariedad.

AVISO: No se trata de condiciones de partida, sino de metas a las que aspirar una y otra vez, sin cansarse de volver a intentarlo. No se nos pide ser perfectos para educar, sino aspirar a conquistar metas más altas. Luchar contra nuestros defectos y cansancios. Volver a levantarse una y otra vez. Aquí hay que tomar el "sólo se da lo que se tiene" en el orden de la intención. (En el fondo, sólo se tiene lo que se da). Sin amor y sin respeto no hay educación. Hay... otras cosas.
A.J. (Continuará)


No hay comentarios: