MAMÁ, QUIERO SER INFLUENCER (II)
Hemos descrito la creciente proyección que, especialmente entre nuestros jóvenes, tiene la irrupción de los influencers en las redes sociales. Vayamos ahora con una posible respuesta educativa ante este fenómeno.
Empezaremos aludiendo al sentimentalismo dominante en la mentalidad hoy prevaleciente, y que constituye el marco de nuestra era digital. El sentimentalismo es una deformación de la vida afectiva, aparece cuando la verdad, el bien, la justicia o la belleza dejan de orientar la vida y son sustituidos por el sentimiento, la pasión, el gregarismo, el mero apetecer o el capricho (las ganas).
Es estupendo que nuestros hijos o alumnos sean sensibles. Pero han de ser dueños de sí mismos y no esclavos de sus apetencias y caprichos, de las modas o del miedo al qué dirán.
Si la afectividad no es ordenada por la razón -criterio y voluntad-, se verá sometida a la espontaneidad ciega de impulsos que suelen ser imprevisibles, variables, muchas veces ilógicos y a menudo destructivos. Dejarse llevar de modo habitual por lo que atrae sensiblemente, por lo agradable y placentero, poniendo el bienestar en lo más alto de la escala de valores, puede llevar a grandes equivocaciones y daños tanto en el proceso educativo como en la vida misma. Y además es un comportamiento muy fácil de manejar, como saben muy bien los publicistas y los demagogos.
En los fenómenos adictivos se produce en el cerebro una gran cantidad de dopamina, hormona que genera una sensación intensa de placer y que está presente también en las sustancias adictivas; influye en las conexiones neuronales, haciendo que el pensamiento priorice la autosatisfacción, se vuelva más superficial y se tienda a un trato reactivo y zafio, más irreflexivo, menos respetuoso y sensible hacia los demás.
Una educación centrada en la persona no trata simplemente de aprender a sentirse bien. Por encima del bienestar personal prioriza el bien-ser. Busca ayudar a ser mejor como persona.
Teniendo esto en cuenta, el mejor modo de hacer frente a las dependencias, las adicciones y la manipulación es una saludable educación del carácter que nos haga realmente libres: dueños de nosotros mismos; personalidades firmes y equilibradas, capaces de decir “no” a lo que deshumaniza y de decir “sí” a lo que vale más la pena, aunque cueste.
Frente a una mentalidad narcisista, hedonista y pragmática que nos dice: “satisface tus deseos a toda costa, aquí y ahora”, y que es caldo de cultivo de múltiples adicciones, es fundamental educar a niños y jóvenes para que sean capaces de distinguir y apreciar el bien, y de orientar hacia él su vida mediante la fuerza de voluntad y la constancia.
Así pues, para empezar, lo primero que hace falta es que los padres y los educadores tengamos claro qué tipo de persona queremos que sean nuestros hijos o alumnos y por qué; saber qué es lo más valioso en una persona: que sea dueña de sí misma, que sepa distinguir el bien y el mal (y elija habitualmente el bien), que sea honesta, generosa…, frente a otros modelos que de hecho se nos venden desde las redes y los núcleos creadores de opinión. Las pantallas a menudo suplantan y tergiversan la realidad. Las cosas buenas de verdad ocurren en la vida real, no en los escenarios virtuales.
(Publicado en el semanario La Verdad el 21 de marzo de 2025)
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