Albert Bandura se refiere,
entre otras, a esta modalidad de aprendizaje consistente en aprender observando a los otros. Por el
solo hecho de ver lo que otros hacen y las consecuencias que se siguen de su comportamiento, se aprende
a repetir o evitar esa conducta.
No todo el aprendizaje se
logra experimentando personalmente las acciones. En el aprendizaje vicario el refuerzo se basa en procesos
imitativos cognitivos del sujeto que aprende con el modelo. En los primeros
años, los padres y educadores serán normalmente los modelos básicos a imitar.
Bandura también dice que al
ver las consecuencias positivas o negativas de las acciones de otras personas,
las apreciamos y asumimos como si fueran
nuestra propia experiencia en otras circunstancias. Son muchos los ejemplos
de cómo los niños observan e imitan a sus padres y aprenden de lo que les
sucede a sus hermanos, cuando éstos son regañados o premiados, y entonces rigen
su actuación de acuerdo con sus observaciones.
Así se aprenden los valores y las normas sociales y se
educa emocionalmente: cómo manejar los impulsos agresivos, cómo prestar y
compartir las cosas, cómo tratar con respeto a otros, como vencer y superar un
apetito desordenado… por mencionar sólo unos ejemplos. Estos procesos se dan
toda la vida.
Evidentemente,
en este marco se incluye la huella que pueden dejar en los niños y jóvenes narraciones, películas, series, anuncios publicitarios, noticias, cuentos, lecturas,
videojuegos, etc. Y no está de más comprobar en qué gran medida influyen
en muchas personas adultas (¿?) fenómenos televisivos como los reality show.
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