"El ser humano, desde que tiene conciencia de sí mismo, se ha fijado siempre en esa parte inescrutable que nos rodea, precisamente aquella que nos hace sentir el aliento de la eternidad.
Pero si nuestra existencia se ve abocada a una vida de consumo permanente, de compras y recompras, en lo que viene a ser un bulimia incontrolable e incontrolada, no es de extrañar que acabemos sintiendo que también nosotros somos monedas de cambio, puros objetos, intercambiables unos por otros tan pronto como dejamos de ser eficientes. Si todo termina sumido en una espiral consumista, sin lugar alguno para una noción más elevada y compleja de la vida, ¿cómo va a ser capaz de encontrar el núcleo de su identidad una muchacha sensible y llena de dudas?"
(Del artículo "Saturno devorando a sus hijos", en mujerhoy, 24 enero 2015)
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